En 1711, el alemán Anton Ginther publica en Augsburgo la obra que, bajo el título Mater amoris et doloris, dedica a la Virgen Dolorosa. Empleando el mismo procedimiento que cinco años atrás había utilizado en el libro consagrado al Santísimo corazón de Jesús, Ginther divide el texto en una serie de Considerationes o meditaciones que, al objeto de mezclar lo útil con lo dulce (como el propio autor confiesa), se articulan alrededor de un emblema.
Así pues, siguiendo la estructura característica de la literatura emblemática, las Considerationes constan de un mote, una imagen y una cita que, asimilable al epigrama, procede por lo general de las Sagradas Escrituras. A mayores, cada meditación añade un pequeño resumen y un comentario extenso, de modo que, si el primero sintetiza, en dos o tres líneas, el tema subyacente, el segundo, además de explicar el porqué de la pictura y el mote, ahonda en las enseñanzas que emanan del emblema echando mano de otros ejemplos bíblicos (habitualmente objeto de una exégesis tipológica) y de citas tomadas de un amplio elenco de autores. Asimismo, resultan de gran utilidad los encabezados que acompañan los textos, dado que, mientras los de las páginas pares se limitan a señalar el número de consideración que se está desarrollando, los de las impares resumen, en una única frase y a modo de título de capítulo, aquello que se está analizando.

Ejemplo de Consideratio: resumen, emblema, cita e inicio de comentario [izquierda];comentario y encabezado en página par [centro]; comentario y encabezado en página impar [derecha]
Consecuentemente, basta leer estos encabezados para comprender que los setenta emblemas que conforman la obra abarcan toda la vida de la Virgen, desde su Inmaculada Concepción hasta su Asunción y Coronación en los cielos, pues el objetivo no es otro que presentar a María como la madre amantísima (Mater amoris) que siempre permanece fiel a su Hijo y, por consiguiente, a los hombres. Al respecto, esta fidelidad es la que lleva a la Virgen a padecer continuos dolores (Mater doloris) que, iniciándose según muchos autores ya en la Encarnación, alcanzan su culmen durante la Pasión y Muerte del Señor, continuamente referida como el sacrificio que voluntariamente aceptan María y Jesús en beneficio de la salvación del género humano.
Al abordar estos episodios, que constituyen poco menos de la mitad de las Considerationes, Ginther intercala los escabrosos pormenores de su sufrimiento con continuas llamadas al lector para que, teniendo presentes tales imágenes, medite sobre dichos sucesos y, sin olvidar que él, por sus pecados, es el responsable de los mismos, se arrepienta y reconduzca su vida por la senda de la virtud. En este sentido, si a lo largo de todo el libro se hace latente el papel de María como mediadora entre Dios y la humanidad, en las seis últimas consideraciones se proclama abiertamente la necesidad de rendirle culto, instándose al fiel a imitarla y a buscar su patrocinio si desea superar los peligros del mundo y alcanzar la vida eterna.
En apenas cuarenta años, esta obra fue objeto de cuatro ediciones: a la primera de 1711, siguieron otras dos en Augsburgo (1726 y 1741) y una en Amberes (1752). No obstante, a pesar de su evidente difusión, sólo tenemos constancia de su repercusión plástica en tres conjuntos: la actual Iglesia del Espíritu Santo en Neoburgo, la cripta de la iglesia parroquial de Galera (Granada) y la capilla de la Dolorosa en la antigua iglesia de los jesuitas de Oviedo, actual parroquia de San Isidoro el Real.